domingo, 30 de diciembre de 2007

5 - Cuento sin fin

¡Ola! ¡Ola! ¡Oooooolaaaaa! Perdón, ¿los salpiqué?, es que vengo nadando duro en estos días y, ¡por fin!, me tomé unos minutos para hacer la plancha. Respiro suave, estiro las piernas, recuesto la cabeza, observo el cielo y me dejo llevar por el agua… y suele ocurrirme que en esas ocasiones en que me olvido de todo es que me acuerdo, y recuerdo, y encuentro y me encuentro con una niñaángelsirena que me invita a participar de un cuento sin fin, sin fin, sin fin, sin fin sin fin sinfinsinfinsinfinsinfin…
¡¡¡Buenísimo!!!
¡Ola! ¡Ola! ¡Ooooooolaaaaaaa! Me salpica la sirena con agua, el ángel con bendiciones y la niña con magia. QK, yo también supe estar en la luna, y aún logro escaparme hasta allá, pero las cosas del diario vivir me plantaron en tierra, “me gustan las raíces”, y así como la luna define las mareas también marca las siembras y las cosechas, y se cosecha de todo un poco: niñas, sirenas, ángeles, raíces, estrellas, semillas, hierbas, árboles, ríos, lagos, llanuras, montañas, cerros, sal, piedras, murmullos, gritos, silencios, cuevas, túneles, puentes, caminos…. sin fin, sin fin, sinfinsinfinsinfin…
Y elijo. Elijo la niña. Porque lo puede todo. Porque puede ponerle cola de pescado al ángel, alas de algas a la sirena, meterse en cuevas, trepar a los árboles, rodar por la hierba, mirarse en el lago, subirse a las estrellas, ser sal, camino, puente…
¡La niña tiene magia! Y adora jugar…

Marta

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